¿Qué podemos hacer para que la
inteligencia emocional se desarrolle en nuestras empresas?,
¿es suficiente difundir
los conceptos?, ¿qué ha de tener un programa de inteligencia
emocional para que tenga éxito?. El presente artículo propone una
herramienta clave que debería ser contemplada en cualquier programa
para el desarrollo de la inteligencia emocional: Los talleres de
inteligencia emocional.
A
estas alturas seguro que usted ya tiene conocimientos teóricos sobre
la inteligencia emocional y conoce las ventajas que conlleva su
desarrollo, tanto a nivel personal como profesional:
-
La
comunicación
mejora;
-
el
trabajador se siente más persona, más feliz, más pleno y con mayor
calidad de vida;
-
aumenta
la motivación;
-
las
relaciones personales mejoran;
-
las
personas se implican
más en su trabajo y son más responsables y
autónomas;
-
se
mejora el clima
laboral;
-
nuestro
poder (especialmente el carismático) y nuestro liderazgo se ven
reforzados;
-
aumenta
la eficacia y eficiencia de las personas y de los equipos;
-
los
procesos de cambio y
de mejora continua se
agilizan;
-
mejoran
las relaciones con los clientes y con todos los públicos de la
empresa; ...
-
y
también mejoran un sin fin de pequeñas y sutiles cosas además de
la rentabilidad de la
empresa.
Probablemente
habrá intentado poner en práctica algunos de los conceptos que le
indican los libros que hablan sobre el tema, ¿cómo le ha ido?.
Sin
duda, y como en tantas otras cosas, aunque es relativamente sencillo
entender y comulgar con la teoría, llevarla a la práctica es mucho
más costoso y, a menudo, nos sentimos perdidos ya antes de empezar o
no vemos los resultados de nuestro esfuerzo y dedicación.
Y
es que la clave del éxito del desarrollo de la inteligencia
emocional en la empresa se encuentra en el propio desarrollo
personal, en el esfuerzo de cada uno de los sujetos implicadas, a su
ritmo y desde la introspección, la toma de conciencia y la voluntad
de cambio y mejora continua de cada uno de ellos.
Porque,
para lograr desarrollar la inteligencia emocional en la empresa,
todos (y especialmente los altos cargos), deben desarrollar la suya
propia.
Por
eso, si queremos gestionar y dirigir el desarrollo de la
inteligencia emocional es necesario facilitar un clima de confianza
y apertura, elevar el nivel de conciencia y auto-conocimiento de
cada empleado y incrementar su motivación.
Una
herramienta eficaz para lograrlo son los talleres de inteligencia
emocional, donde a través de una metodología vivencial y
participativa, se crea un espacio de reflexión y de conocimiento de
las áreas que cada participante deberá “trabajar” en sí mismo para
alcanzar sus objetivos dentro del marco de las necesidades de la
empresa.
Pero para que los
talleres de inteligencia emocional sean eficaces deben tener en
cuenta algunas pautas:
-
Los objetivos
deben estar muy bien definidos y hallarse dentro del área de la
inteligencia emocional.
-
Deben ser
guiados por profesionales de la inteligencia emocional.
-
Deben darse en un
clima de confianza, apertura y sinceridad.
-
Han de seguir una
metodología vivencial, utilizando métodos tipo “in-door / out-door
training” o juegos y experiencias que faciliten la conexión con la
realidad individual y de la empresa.
-
Han de propiciar
la introspección, la reflexión y la toma de conciencia.
-
Han de conectar
con las emociones y la motivación de cada participante.
Por otro lado, es
aconsejable que sean residenciales, porque así rompemos con los
esquemas tradicionales, favorecemos la concentración y la cohesión
grupal, lo que permite un mayor clima de confianza y apertura.
Además, son muy bien acogidos por los participantes, a su vez sirven
de recompensa y normalmente, y aunque a primera vista parezca lo
contrario, rentabilizan costes.
También es
preferible que los talleres estén incluidos en un programa más
amplio donde se inserten sesiones de coaching y tutorías
individuales bien sea de forma externa como interna.
En cualquier caso,
deberán ajustarse a las necesidades de la organización de forma que
se trabajen los valores y cultura compartidos propios de la
organización o del rol sin olvidar en ningún momento los intereses
de cada uno de los participantes de forma individual y
personalizada.
De esta forma, se
logrará un cambio de conducta y hábitos de forma consistente, donde
tanto la organización como el participante se sentirán satisfechos
con el proyecto de mejora asumido.
Y es que, como bien
se evidencia en la propia esencia de la inteligencia emocional, las
emociones son el motor de cualquier acción. si no utilizamos métodos
que contacten directamente con el interior y el “corazón” de las
personas difícilmente lograremos provocar cambios en ellos, o en
nosotros mismos, por eso, cualquier programa bien estructurado que
pretenda incidir sobre las actitudes y conseguir energía para el
cambio y la mejora, debe contar con talleres de inteligencia
emocional.
“Aquel
que conquista a otros es fuerte; aquel que se conquista a sí
mismo es poderoso”. Lao-Tse
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